4/04/2008

Utopía saciante


Ahogado con llamas voy entrando en un estado de furia incontrolable, queriendo ocultar mis lágrimas rojas de la mirada de mis enemigos; y al mismo tiempo, intentando intimidarlos con una mirada punzante de desafío y odio. Es ahí cuando todo comienza y se desata la carnicería; y en ese momento veo que al aplastar a uno de ellos, el resto comienza a darle una pequeña pero venenosa probada al miedo. Sus rostros despavoridos, mirandomé con una expresión de súplica por piedad... Pero sin embargo, yo sé que en la guerra no hay lugar para dichas cosas. El enemigo perdonado, es más tarde tu ejecutor; por ésto no dejo lugar para el perdón dentro de mi corazón ardiente.
Después de un tiempo de sobrevivir y combatir, llego a sentirle el gusto a destruir mis contrincantes como si fuesen nada más que reces que desmembrar con las únicas armas que tengo: mis garras, mis colmillos y mi instinto.
Comienzan a quedar pocos de ellos, y sólo los más fuertes (la parte que más disfruto, el gran desafío). En ese momento es en el único que tengo que emplear la estrategia, pero, como siempre, termino eliminandolos de a uno por uno; pero ésta vez de la forma más sangrienta y violenta que me permitan mis fuerzas y la situación, para así hacer un decorado intimidante con las entrañas de mi enemigo.
Termino de cazar en esta masacre, y lo único que veo a mi alrededor es fuego y cenizas más allá de los restos del combate monstruoso. Pero de algo puedo estar seguro; lo único vivo en kilómetros a la redonda soy yo... Ahora sí, estoy listo para despertarme a otro monótono día.

1 comentario:

Artífice dijo...

Lo entendi, no tengo muchas palabras para comentarlo pero puedo decirte que me gusto.
Por mas que paresca algo medio morboso y Obsesivo tengo una vaga sensacion que esconde un considerable significado atras de tantas palabras.